
Sporting Cristal dio un paso fundamental para el título: con gol de Juniors Ross, venció 0-1 a Real Garcilaso y le cortó un invicto de 80 partidos como local.
El capo: R con R
Por su constante pressing, ganas infinitas de buscar el gol y crear la mayoría de jugadas de peligro para su equipo, Ramón Rodríguez se hizo como el mejor del campo. El atacante cusqueño quería levantar su tercera copa consecutiva, tras hacerlo con Cobresol (2010) y Real Garcilaso (2011) en las categorías inferiores; pero por el trabajo defensivo que lideró Marcos Delgado en la línea de tres de Sporting Cristal, tendrá que esforzarse el doble para conseguir una victoria en Lima y poder tentar una tercera –y final- definición.
La calamidad: Granda no estuvo grande
Ingresó por la lesión de Jhoel Herrera para la segunda mitad, pero anduvo tocado de nervios durante los 45’ que actuó. Jugar una final no lo pueden hacer todos a la perfección y, al parecer, la falta de experiencia mermó en el rendimiento del exdefensor de Sporting Cristal, que enfrentó al equipo que lo vio nacer. Poca proyección, desconfianza -para lanzar centros y proyectarse- fue lo que ofreció el lateral derecho cusqueño que vistió la ‘14’ en la espalda.
La clave: Orden defensivo
Tanto Fredy García como Roberto Mosquera no se confiaron de su rival y mandaron sistemas en los que primó el orden defensivo. ‘Petróleo’ dejó su clásico cuadrado para pararse con un 4-3-1-2 y acomodar a Fabio ‘El Pitu’ Ramos detrás de los delanteros mientras que la línea de tres conformada detrás del ‘10’ paraguayo, se encargaron de la recuperación de balones y distribuirlos con pases largos. ¿En qué falló? El juego repetitivo de buscar a sus delanteros con pelotazos, que tantas alegrías le había dado a lo largo del torneo, no resultaron en esta primera final, además, se evidenció que tocando la redonda, más daño hacían a la defensa de Cristal que aún presenta algunos desórdenes y desacomodos. Para Mosquera primó el hecho de aglomerar gente en la zona posterior, en la que se paró con un 5-4-1 al final de cuentas.
El jugadón: Que vale como un gol
Corrían los 32’ y Yoshimar Yotún se escapó por izquierda. Jhoel Herrera llegó para entrar y tentar robarle el balón al lateral izquierdo de la selección, pero la fuerte entrada –sin falta- perjudicó a ambos jugadores: al inicio de la segunda mitad, ninguno de los dos mencionados regresó al campo. Sin embargo, antes de aquejar dolor, Yotún se recompuso del fuerte golpe y logró sacar un centro que la zaga garcilasiana no pudo despejar y que derivó en el gol rimense.
La joyita: Puede valer un título
Tras la jugada explicada en el párrafo de arriba, Junior Ross se encontró con la redonda y en frente, un ‘Pipa’ Carranza abandonado por su defensa. A los 33’, el ‘24’ de camiseta azul la paró con pierna derecha, pero definió en una especie de media vuelta con la pierna contraria. Desató así la alegría cervecera e hizo que las bocas gritaran por única vez gol en esta primera final.
El tapadón: Ya para qué
Real Garcilaso buscaba y buscaba, pero con poco éxito. Una contra organizada por Jorge Cazulo arrancó a los 89’ y trajo más peligro que cualquier ataque cusqueño que se hubiera producido minutos antes. Ávila jugó para Ross y este para Mariño, quien se acomodó y sacó un remate colocado; sin embargo, no contaron con la rodilla salvadora del ‘Pipa’ para evitar el 0-2, que habría destruido anímicamente al benjamín del fútbol peruano.
La cancha: Pintada de celeste
Las cuatro tribunas del Garcilaso de La Vega se pintaron de celeste para esta primera final del Descentralizado 2012. Evidentemente, la coincidencia de color en la camiseta principal hizo que resaltara eso como principal detalle entre las 29,139 personas que –según el reporte oficial de la ADFP- llegaron al estadio. Más que un espectáculo futbolístico, en el que normalmente priman dos colores en las graderías, parecía una convención de pitufos por el exceso de color celeste en el estadio.
Kazuki Ito: Adiós, Víctor Hugo
Víctor Hugo Rivera se despidió del arbitraje profesional en esta primera final del Descentralizado 2012. El de negro estuvo fino para cobrar las faltas, y los árbitros asistentes, también. No hubo alguna acción que creara excepcional polémica y el juez arequipeño pudo irse con la frente en alto en este último partido que le tocó dirigir. Dejó un saldo de 11 tarjetas: cinco para los locales y el resto para la visita. La gran mayoría de ellas (seis en total, tres por equipo) obedeció a reclamos.
















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